Le arriendo la moneda, señora Bachelet.
Los medios de pago no los tengo aún claros, podríamos descartar cualquier tipo de transferencia de dinero entre ambas partes, a usted no le hace falta, y yo no lo necesito más que para comprar un agua sin gas.
Le ofrezco un día que si no acepta mi propuesta nunca vivirá, le puedo prestar alguna ropa mía, mire, puede recorrer mi pieza sin reparos, recostarse en mi cama y sacar los libros que asomarían probablemente ante su cabeza, por sobre la suya, mirarlos si no quiere leerlos, a mis murallas no les molestará su presencia, y mi madre gustosa la atenderá en todos sus caprichos.
Yo por mi parte recorreré las inmediaciones de la moneda vestido muy formal, con corbata o humita si así alguien lo prefiere, sin ropa interior para no causar molestias.
Le podría dar de comer a los perros que se ponen a dormir en morandé, a los de teatinos que los alimente la señora del quiosco. La idea que más me gusta, debo decirlo, es la de hablar con tanto carabinero que gana su dinero estando parado, le preguntaría cosas muy íntimas, si acaso ve pasar muy seguido a los funcionarios públicos, si ya conoce los horarios de los amantes del centro, que por qué le salió esa ponchera, don Mario? Un carabinero con un cuerpo sano es mucho más bueno.
Le puedo regar las platas, y aplaudir de rodillas algún cuadro que tenga de salvador allende.
Yo le pido que usted trate de caminar tranquila por la calle, sin que la reconozcan, que pueda entrar a una tienda de discos y comprar algo para su novio, le puedo recomendar algo de Youth of today, si no le gusta lo puede vomitar, gustoso lo acepto yo mismo.
¿Qué le parece señora Presidente?
También se puede comer las cajas de jalea que tengo guardadas bajo mi cama, no todas, sé que le será difícil pero entiéndame, son para quien yo más quiero en este momento, y en el momento siguiente también.
Los medios de pago no los tengo aún claros, podríamos descartar cualquier tipo de transferencia de dinero entre ambas partes, a usted no le hace falta, y yo no lo necesito más que para comprar un agua sin gas.
Le ofrezco un día que si no acepta mi propuesta nunca vivirá, le puedo prestar alguna ropa mía, mire, puede recorrer mi pieza sin reparos, recostarse en mi cama y sacar los libros que asomarían probablemente ante su cabeza, por sobre la suya, mirarlos si no quiere leerlos, a mis murallas no les molestará su presencia, y mi madre gustosa la atenderá en todos sus caprichos.
Yo por mi parte recorreré las inmediaciones de la moneda vestido muy formal, con corbata o humita si así alguien lo prefiere, sin ropa interior para no causar molestias.
Le podría dar de comer a los perros que se ponen a dormir en morandé, a los de teatinos que los alimente la señora del quiosco. La idea que más me gusta, debo decirlo, es la de hablar con tanto carabinero que gana su dinero estando parado, le preguntaría cosas muy íntimas, si acaso ve pasar muy seguido a los funcionarios públicos, si ya conoce los horarios de los amantes del centro, que por qué le salió esa ponchera, don Mario? Un carabinero con un cuerpo sano es mucho más bueno.
Le puedo regar las platas, y aplaudir de rodillas algún cuadro que tenga de salvador allende.
Yo le pido que usted trate de caminar tranquila por la calle, sin que la reconozcan, que pueda entrar a una tienda de discos y comprar algo para su novio, le puedo recomendar algo de Youth of today, si no le gusta lo puede vomitar, gustoso lo acepto yo mismo.
¿Qué le parece señora Presidente?
También se puede comer las cajas de jalea que tengo guardadas bajo mi cama, no todas, sé que le será difícil pero entiéndame, son para quien yo más quiero en este momento, y en el momento siguiente también.
1 comentario:
Wow. Me gustó mucho. Felicitaciones. Espero ver un texto parecido, cuando visite nuevamente tu blog.
Te invito a visitar el mío cuando tengas tiempo. Hay algunos textos formato carta, pero la mayoría son historias o reflexiones.
Saludos
Publicar un comentario